miércoles, 13 de enero de 2021

Exposición Extra: El Sueño Americano

 


“El sueño americano. Del pop a la actualidad” ofrece una visión general del desarrollo del arte gráfico en Estados Unidos desde 1960 hasta nuestros días, en la que se dedica especial atención a las figuras clave de su historia, como Andy Warhol, Jasper Johns, Roy Lichtenstein y Robert Rauschenberg. La muestra, con obras provenientes mayoritariamente de la colección del British Museum, incluye piezas de todas las tendencias artísticas que han tenido lugar a lo largo de estos años y hace hincapié en cómo los artistas se animaron a crear obra gráfica de una ambición, escala y osadía sin precedentes.

            El consumismo de los sesenta, las ambiciones y los desengaños políticos en los setenta y ochenta; las reivindicaciones feministas y antirracistas en todos esos años, y finalmente los horrores del 11-S y la crisis financiera en el nuevo siglo tienen una de sus mejores y más críticas expresiones en las obras gráficas con las que los artistas expandieron su producción al tiempo que experimentaron con nuevos materiales y formas creativas


Con la aparición de una joven generación de artistas norteamericanos en los años sesenta dispuestos a explorar el potencial expresivo del grabado, este pasa de ser una técnica marginal a estar en el propio centro del interés y de la producción de las bellas artes, convirtiéndose no solo en una forma artística crítica sino también en una vía para tratar cuestiones tanto sociales como políticas.

            El arte gráfico proporciona una perspectiva fresca y diversa de cómo los artistas vieron este periodo de profundos cambios en Estados Unidos: los derechos civiles, la Guerra Fría, la carrera espacial, la guerra de Vietnam, la música rock y la contracultura, los movimientos feministas o el cuestionamiento del sueño americano por la creciente desigualdad entre ricos y pobres.

            Si bien es cierto que cada país desarrolló sus propias características en lo que a Arte Pop se refiere, es innegable que en todos los casos existe una fuerte unión hacia la cultura estadounidense. Resulta llamativo cómo los artistas cuyas obras se encuadran dentro de este movimiento fueron capaces de encontrar la belleza en lugares u objetos que hasta entonces habían pasado desapercibidos. No solo las Venus o las historias mitológicas y religiosas son capaces de sorprendernos, las latas de tomate también.

            La historia de este sueño devenido en angustia se cuenta partiendo de los felices tiempos en que, en pleno boom económico de EE.UU. tras haber superado lo peor de la posguerra, autores como los citados Lichtenstein y Andy Warhol, así como James Rosenquist o Claes Oldenburg, se vieron fascinados por el consumo a lo grande, la publicidad y los medios de comunicación en EE.UU.

            Bajo la etiqueta de “artistas pop”, y desde la costa Oeste y Nueva York sobre todo, estos pioneros acabaron con la hegemonía del expresionismo abstracto y, como indicaron en la presentación de la muestra sus comisarios Catherine Daunt y Stephen Coppel (ambos del British Museum), “desdibujaron los límites entre el arte culto y el arte popular mediante el uso de técnicas asociadas a la impresión comercial, como la serigrafía”.

            Este último arma de difusión masiva del arte fue el que permitió a Warhol popularizar las series de Liz Taylor y Marilyn Monroe, o la de Jackie Kennedy en el funeral de su marido, que ahora se exhiben en las primeras salas de CaixaForum  Madrid.


Cerca están la famosa serie de las banderas de Jasper Johns en 1973 


y las también célebres obras punteadas de Roy Lichtenstein, al estilo de las viñetas de cómic.


            La exposición incluye dos importantes grabados de gran formato de Robert Rauschenberg: Booster (1967), que representa a su propio esqueleto, de 1,8 metros de altura, y Sky Garden (1969), que refleja el momento del lanzamiento del cohete Saturn V y que con su altura de 2,2 metros superó el récord de litografí́a estampada a mano más grande, alcanzado por él mismo con Booster.


 Otras piezas reseñables son uno de los grabados de la campaña contra el Sida que emprendió el colectivo “General Idea” y el icónico cartel de las Guerrilla Girls, ¿Deben ir desnudas las mujeres para entrar en el Metropolitan Museum?, de (1989). Y es que menos de un 5% de los artistas de las secciones de arte moderno de ese museo eran mujeres, y el 85% de los desnudos allí expuestos, femeninos.


            Los maestros del grabado de la Costa Oeste ocupan un espacio destacado. Lo suyo son los paisajes vistos desde el coche, el sol y el mar. Sobresalen las gasolineras de Ed Ruscha, que en los años 60 pintó en vivos colores y en el 2011 reprodujo una de ellas en un blanco mortecino rotulado en relieve bajo el título Ghost Station (Estación fantasma): una simple pero contundente alegoría de la evolución del país desde el tiempo en que los cochazos y las gasolineras simbolizaban la opulencia esos otros en que el abandono de las viejas infraestructuras eran signo del declive de un imperio sumido en la crisis.


            Ésa y otras obras de Ruscha sobre el abandono y la añoranza de los buenos tiempos comparten sala con dos aguafuertes de Mel Bochner, ambos realizados en el 2008 tras el estallido financiero, en los que el artista ironiza con la combinación de una frase lapidaria de épocas pasadas, “No hay nada mejor que esto”, y otra muy directa: “Ya he tenido bastante”.

            Frente a estos cuadros, una serie más esperanzadora de Julie Merethu, Algoritmos, Apariciones, Traducciones, del 2013, con otros cinco aguafuertes que los comisarios interpretan en clave de dinamismo y como afirmación de “la extraordinaria e incansable fuerza y capacidad de renovación que aún distingue a Estados Unidos”.

            La exposición me ha parecido bien montada y con el tamaño justo para no cansar, como todas las del Caixaforum. No es que este estilo artístico sea mucho de mi agrado, pero me ha hecho entender mejor su valor dentro de la Historia del Arte y su repercusión en tendencias posteriores. Lo que más me gusta del Pop Art es su democratización del arte, ya que una litografía siempre es más fácil de adquirir por el público en general que un cuadro; pero, a la vez, es también un aspecto que creo desvaloriza el valor estético y el talento de cada autor.

            Me han llamado la atención las fotografías de Robert Longo, como Eric (1984), por su movimiento estático, esa captura de un paso de baile que transforma la imagen en algo más que un bailarín. Como curiosidad, el protagonista de la película American Psycho tiene una fotografía de Longo en su casa, como señal de su estatus económico y social. 



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